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viernes, 28 de julio de 2017
jueves, 5 de enero de 2017
LOS
CINCO PILARES DE LA SALUD
José Herrera
Para que una persona goce de un óptimo
desarrollo es indispensable que posea buena salud, ya que con ella puede
desarrollar sus potencialidades y habilidades que la hacen única. Según la OMS,
"La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades".
Para comenzar a pensar sobre los pilares que
nos conducen a una vida saludable, debemos primero reconocer que los principales responsables de nuestra
salud somos nosotros mismos. Es imposible mejorar nuestra salud si no
dejamos de lado prácticas excesivamente nocivas, tales como: fumar; consumir refrescos,
alcohol en exceso u otras drogas; cargar culpas; resentimientos o estrés, por
citar algunos.
Una buena salud se sostiene sobre 5 pilares
fundamentales: alimentación correcta; pensamientos y emociones positivas; higiene
y ejercicio físico, sueño y descanso, y oración y meditación.
1.
Alimentación
correcta.
La
alimentación o dieta es correcta cuando favorece el buen estado de salud y
disminuye el riesgo de enfermedades relacionadas con ella. Para ello debe
cumplir con los siguientes principios nutriológicos: completa, suficiente, equilibrada,
variada, adecuada e inocua. Es indispensable evitar el consumo excesivo de
alcohol, eliminar la comida chatarra, los productos con elevado contenido de azúcar
simple, como los refrescos y jugos industrializados; el exceso de sal y sodio; así
como los alimentos fritos y productos con elevado contenido de grasas y aceite.
Se debe preferir alimentos crudos, saludables y naturales, por ejemplo:
verduras, frutas, legumbres, tubérculos y cereales. Elegir el pan integral, la
harina de trigo integral, el arroz integral, la pasta integral. De preferencia
consumir con mayor frecuencia pescado y pollo orgánico, por su bajo contenido
de hormonas y grasas saturadas, en relación con las carnes rojas. También es
importante mantener una hidratación adecuada, para ello se debe de consumir
suficientes líquidos.
2. Pensamientos y emociones positivas.
2. Pensamientos y emociones positivas.
Se ha demostrado que los
pensamientos y las emociones afectan a nuestro cuerpo. La psiconeuroinmunología
es un campo científico interdisciplinar que se dedica al estudio e
investigación de los mecanismos de interacción y comunicación entre el cerebro
(mente/conducta) y los sistemas responsables del mantenimiento homeostático del
organismo, los sistemas: nervioso (central y autónomo), inmunológico y
neuroendocrino, así como sus implicaciones clínicas. En un estudio
psiconeuroinmunologico realizado por Klinger, et al (2005), encontraron como hallazgo que el cerebro
modula las respuestas inmunes y a la vez el sistema inmunológico puede influir en el
sistema nervioso central. De esta manera el estrés severo aumenta la
susceptibilidad a enfermar y
altera la evolución de las enfermedades al inducir desórdenes en la
inmunorregulación en las cadenas de
las citocinas inmunorregulatorias. En este estudio, señalan que son diversas
las situaciones clínicas
asociadas con el estrés entre las que se destacan las infecciones, el trauma,
el cáncer, la alergia y la
autoinmunidad. Por su parte,
Lipton (2007) señala lo siguiente: “No son las hormonas ni los neurotransmisores
producidos por los genes los que controlan nuestro cuerpo y nuestra mente; son
nuestras creencias las que controlan nuestro cuerpo, nuestra mente y, por
tanto, nuestra vida.”
Pensar
es lo que más hacemos en la vida, lo hacemos siempre en la vigilia y lo hacemos
por momentos en el sueño; sin embargo, según Riso (2004) el pensamiento es uno
de los principales enemigos potenciales y reales del ser humano. El pensamiento
destructivo e irracional es un enemigo que vive dentro de nosotros, invadiendo
nuestra mente, sin que lo hayamos reconocido y sin que nos alertemos de su
capacidad devastadora. Las siguientes son señales de pensamientos destructivos
e irracionales que sirven de alerta: poseer pensamientos catastróficos; considerar
que se debe tener el amor y la aprobación de todos; poseer alguna pena que
atormenta; tener resentimiento hacia alguna persona; considera que debe ser muy
competente, suficiente y capaz de lograr cualquier cosa en todos los aspectos
posibles; pensar que el bienestar de la persona depende de manera exclusiva de
los actos de los demás; considerar que la historia pasada de la persona es un
determinante decisivo de su conducta actual, y que algo que le ocurrió alguna
vez y le conmocionó debe seguir afectándole indefinidamente; creer que se debe
sentirse muy preocupado por los problemas y las perturbaciones de los demás; creer
que todo lo que la gente hace o dice es alguna forma de reacción hacia ella, y
es desconfiado; considerar que lo que siente emocionalmente es cierto necesariamente;
sentirse atado y dependiente; creer que la actuación de los demás, el sistema,
o las instituciones es injusta; sentirse insatisfecho y triste por lo que ha logrado
en su vida; sentirse muy triste, cansado y preocupado la mayor parte del
tiempo; sentirse insatisfecho consigo mismo y pensar que todo le sale mal;
pensar que no vale la pena seguir viviendo.
El
diálogo interno es esa plática que tenemos con nosotros mismos y que es la
causa de muchos de nuestros sentimientos y conductas. Cambiar esos pensamientos
negativos y autocríticas mejora nuestra autoestima, permite hacer las cosas
mejor y proporciona una vida más placentera, y feliz. Tratemos de enfocarnos en
las cosas buenas de la vida, ser agradecidos, ayudar al prójimo, actuar con
sinceridad, y a ser optimistas.
3.
Higiene
y ejercicio físico.
Una
higiene personal correcta depende de cada uno de nosotros; aquí la autoestima
juega un papel esencial, por que quien se aprecia y valora hace el esfuerzo por
verse y mantenerse bien.
Para cuidar nuestra higiene, la Secretaria de Salud
(SSA, 2012) recomienda los siguientes hábitos:
- Al bañarnos eliminamos los olores naturales generados al sudar o transpirar, un baño correcto previene la presencia de gérmenes y bacterias que pueden afectar la salud de la piel, es importante usar champú al menos dos veces por semana.
- Limpiemos y cortemos frecuentemente las uñas de dedos y pies, esto nos ayuda a evitar que aparezcan y que se propaguen bacterias.
- Los ojos son órganos muy delicados, no hay que tocarlos con las manos sucias, ni con pañuelos u otro tipo de objetos, su mecanismo natural de limpieza son las lágrimas. Es necesario evitar que nuestra vista se esfuerce demasiado, mantener bien iluminados los lugares donde estemos. Es importante acudir al oftalmólogo con frecuencia.
- Una buena respiración también es fundamental para nuestra higiene, los mocos que secretamos por la nariz funcionan como filtros de aire para su limpieza, sin embargo es importante sonarnos con cierta frecuencia diario, por que los mocos contienen organismos que pueden producir enfermedades. Hay que evitar meternos cosas en la nariz.
- Lavarnos con frecuencia las manos; con ellas tocamos todo: nuestra cara, ojos, algunos alimentos, a los bebés y a otras personas.
- Es importante lavarnos la boca. Al hacer esto evitamos enfermedades en los dientes como la ya bien conocida caries. Usar enjuagues bucales también es benéfico para la salud oral.
- Evitar que el agua entre a los oídos, se deben limpiar constantemente tomando en cuenta las recomendaciones del médico, el lavado de oídos debe practicarlo un experto. Con esto se puede mejorar la escucha.
- Debemos limpiar nuestras zonas genitales a diario, para evitar malos olores y enfermedades.
En
relación a la actividad y ejercicio físico, según Navarro (2000), se considera
como actividad física a todo movimiento corporal producido por los músculos
esqueléticos que tiene como resultado un gasto de energía, este gasto
energético es variable dependiendo de la actividad y de la persona. Mientras
que el ejercicio es una subcategoría de la actividad física, que es
planificada, estructurada y repetitiva. Existen dos tipos de actividad física, dependiendo
de la necesidad de oxigenación:
a)
Ejercicio
Aeróbico: son ejercicios de media o baja intensidad y de larga duración, donde
el organismo necesita quemar carbohidratos y grasas para obtener energía y para
ello necesita oxígeno. Son ejemplos de ejercicios aeróbico: correr, nadar, ir
en bici, caminar, etc. Este tipo de ejercicio ayuda al cuerpo a usar más
eficientemente la insulina, además reduce la presión arterial, disminuye el
nivel de colesterol en sangre y fortalece el corazón, por tanto, reduce el
riesgo cardiovascular, asimismo coadyuva a la salud de los huesos, alivia el
estrés y mejora la circulación.
Recomendación de la ADA: Tratar de realizar 30 minutos de
ejercicio aeróbico de intensidad moderada a vigorosa por lo menos 5 días a la
semana o un total de 150 minutos semanales. Realizar actividad física durante
por lo menos tres días a la semana y evite dejar de hacer ejercicio 2 días
seguidos.
Nota: Intensidad moderada significa que está esforzándose
bastante, al punto que puede hablar, pero no cantar durante la actividad.
Intensidad vigorosa significa que no puede decir más de unas pocas palabras sin
detenerse para recobrar el aliento durante la actividad.
Si la persona no ha hecho mucha actividad últimamente, puede comenzar
con 5 a 10 minutos al día y cada semana haga que sus sesiones de actividad
duren unos cuantos minutos más.
b)
Ejercicio
anaeróbico, de fuerza o resistencia: son ejercicios de alta intensidad y de
poca duración. Aquí no se necesita oxígeno porque la energía proviene de
fuentes inmediatas que no necesitan ser oxidadas por el oxígeno, como son el
ATP muscular, la PC o fosfocreatina y la glucosa. Son ejemplos de ejercicios
anaeróbicos: hacer pesas, carreras de velocidad y ejercicios que requieran gran
esfuerzo en poco tiempo. Este tipo de ejercicios son buenos para el trabajo y
fortalecimiento del sistema musculoesquelético (tonificación).
4.
Sueño
y descanso.
El sueño
y descanso es imprescindible para disfrutar de un equilibrio saludable.
Ha
de procurarse por todos los medios un sueño reparador, algunos consejos con
respecto al sueño son:
- Evitar los estimulantes cinco horas antes de dormir, tales como: café, té verde, té negro y refresco de cola. El cacao, el chocolate y algunos medicamentos tienen también propiedades estimulantes, por lo que debemos evitarlos a partir de las seis.
- Cenar moderadamente, evitando alimentos pesados y con propiedades diuréticas.
- Evitar acostarse si no se tiene sueño, tampoco permanecer acostado si hay insomnio.
- Evitar el ejercicio físico intenso en las últimas horas de la tarde o por la noche.
- Evitar el consumo de alcohol. Hay personas que creen que una copita de alcohol puede facilitar el sueño, quizá lo consiga en una primera etapa, ya que ayuda a hacer más lenta la actividad cerebral; sin embargo, alterará el sueño en el resto de etapas, por lo que hay que evitarlo.
- Evitar el consumo de tabaco. La nicotina es un estimulante que llega al cerebro en tan sólo 7 segundos después de haber sido inhalada. Activa áreas del cerebro que hacen sentir placer y recompensa, aumentando la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina. Así que la primera consecuencia del tabaco es que dificulta el conciliar el sueño, puede causar despertares nocturnos y provocar un sueño más ligero, y por tanto, menos reparador.
- Horarios. Aunque cueste, los fines de semana hay que mantener unos horarios similares a los de entre semana. Debemos procurar acostarnos y levantarnos a unas horas parecidas.
- Ejercitar rutinas de relajación vespertinas, por ejemplo, relajación muscular progresiva o meditación.
- Mantener las condiciones confortables para dormir (colchón agradable, ropa cómoda, disminución de luz y ruido, etc).
- Dormir sobre el lado izquierdo para no comprimir el hígado, pues las horas de mayor actividad del hígado transcurren durante la noche.
- Emplear métodos que favorezcan el sueño individual (baños calientes, una taza de leche tibia, lectura tranquila y música suave).
- La siesta, si es posible conviene descansar entre 15 y 30 minutos al día para relajar la musculatura, así se disminuye la tensión corporal y mental.
5.
Oración
y meditación.
La
oración y la meditación son técnicas dirigidas a activar la conexión mente,
cuerpo y espíritu. Se ha determinado que la espiritualidad está asociada con
una mejor salud y calidad de vida (Mueller, Plevak y Rummans, 2001). Existe una
diferencia entre la religiosidad y la espiritualidad; en el primer caso se
trata de personas involucradas en las creencias, valores y prácticas propuestas
por una institución organizada llamada iglesia, y la búsqueda de lo divino se
logra a través de la tradición, el respeto a la autoridad eclesiástica, los
ritos, la doctrina, el dogma; mientras que la espiritualidad puede definirse
como la búsqueda de lo sagrado o de lo divino a través de cualquier experiencia
de la vida, de manera que el término espiritualidad es más universal. Una
definición más amplia de espiritualidad incluye el sentimiento de estar
conectado con uno mismo, con la comunidad y con el universo. La espiritualidad
es conciencia de unidad e integralidad, es un todo y a la vez forma parte de un
todo.
Existen
diferentes formas de meditación: Trascendental, Vipassana, Zen, Taoísta, de
atención plena (Mindfulness), con mantras, entre otras.
Klinger, et al. (2005). La
psiconeuroinmunología en el proceso salud enfermedad. Colombia médica, 36 (2). 120-129. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/cm/v36n2/v36n2a9.pdf
Lipton, B. (2007). La biología de la creencia. Madrid, España:
palmyra.
Mueller, Plevak y Rummans. (2001).
Religious Involvement, Spirituality, and Medicine: Implications for Clinical
Practice. Mayo Clin Proceedings, 76 (12). 1225-1235. Recuperado de: http://www.mayoclinicproceedings.org/article/S0025-6196(11)62799-7/pdf
Navarro, R. (2000). Medicina del
Deporte. Las Palmas de Gran Canaria, España: ULPGC.
Riso, W. (2004). Pensar bien, sentirse bien. Bogotá, Colombia.
Editorial Norma.
SSA. (2012). Ocho hábitos esenciales de higiene personal. Recuperado de: http://www.promocion.salud.gob.mx/dgps/interior1/promocionando_vive_articulos_ocho.html
domingo, 1 de enero de 2017
Dieta correcta
La alimentación o dieta es correcta cuando
favorece el buen estado de salud y disminuye el riesgo de enfermedades
relacionadas con ella. Para ello debe cumplir con los siguientes principios
nutriológicos:
Completa.- La dieta debe aportar todos los nutrimentos en
las cantidades recomendadas para cada uno de ellos, ya que el déficit o excesos
producen efectos nocivos sobre el organismo. Para ello la dieta debe contener
todos los grupos de alimentos del plato
del bien comer (verduras y frutas; leguminosas y alimentos de origen
animal, y cereales).
Suficiente.- Se busca además que la dieta no sólo
contenga todos los nutrimentos (proteínas, grasas, hidratos de carbono,
vitaminas, minerales y agua), sino que éstos se encuentren en cantidad suficiente
para cubrir las exigencias energéticas del organismo: gasto energético basal,
efecto térmico de los alimentos, actividad física y en su caso el estrés
metabólico.
Equilibrada
o balanceada.- Se refiere
a la proporción y balance de los nutrimentos con función energética,
estructural y /o regulatorias, necesario para mantener la composición corporal
adecuada y el mantenimiento de la salud. Se recomienda que la dieta mantenga
una proporción equilibrada en cuanto a los macronutrientes, de tal manera que
los hidratos de carbono proporcionen entre 55 y 65% de la energía; los lípidos
entre 20 y 30%; y las proteínas entre 10 y 15%.
Variada.- Diferentes alimentos de cada grupo en las
diferentes comidas, preparados en forma distinta de un día a otro asegura un
aporte adecuado de nutrimentos y a la vez fomenta una mejor elección de los
alimentos. Una dieta variada, además, evita la acumulación nociva de compuestos
químicos indeseables que pueden encontrarse en los alimentos como insecticidas,
herbicidas, hormonas y otras sustancias.
Adecuada.- La
dieta correcta debe estar establecida con base en las necesidades nutricias de
los grupos de población que comparten atributos y condiciones socioculturales semejantes.
La edad, sexo, tamaño corporal, condición clínica, actividad física, condición
socioeconómica, lugar en que radica y la época del año, son algunos de los
factores considerados al recomendar un régimen dietético.
Inocua.- Los alimentos empleados deben estar excentos de sustancias nocivas o de
microorganismos patógenos. Por eso la dieta debe incluir medidas para la preparación higiénica de los
alimentos, su conservación y su consumo.
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